martes, 10 de mayo de 2011

PAREN A HIDROAYSEN


- Estoy muy mal - me dijo Pablo con los ojos nublados. 
Yo sabía por qué, pero no sabía qué decirle. 

¿Cómo consolar la desilusión de un niño?

- No quiero ver el sur lleno de cables... no quiero que rompan la naturaleza... yo quiero conocer la patagonia así como está... - Me decía lleno de furia y luego se miraba los pies buscando alguna respuesta entre el subsuelo espeso del pavimento, o tal vez miraba enojado el helado chorreado del suelo e intentaba buscar alguna solución. 

¿Qué le podía decir?, No me atreví a decirle que en 10 años más, cuando tenga 19 tal vez no conocerá los paisajes de la patagonia como realmente son, no conocerá ni podrá navegar en el río Baker. No pude contarle que tal vez Aysen será diferente: una ciudad grande y cosmopolita, con muchos trabajadores que, provenientes de la represa, buscarán ampliar la perspectiva de la ciudad. Les juro que no me atrevo a decirle que se inundarán más de 3600 hectáreas que equivale a un cuarto de la Isla de Pascua, tampoco le quiero contar que se colocarán 500 torres de 65 metros de alto conectadas por clables a lo largo de 180 kilómetros. 

No puedo decirle.

Y Pablo no es un cabro chico leso. 

Al contrario.

A los 9 años ya no hay niños lesos... se las saben todas...

- ¿Y si utilizamos el agua del mar y hacemos que gire y de luz?... oye... Eve... ¿se podrán poner unas turbinas gigantes en el mar para hacer luz?

Le sonreí mientras pensé "a parte de ser optimista...éste cabro chico tiene cualquier futuro"

Y tal vez, si soy también optimista en éstos días de desolación, cuando Pablo tenga mi edad ya no se aprobarán nunca más represas en nuestro país.